"Che, ¡que cara que tenés! ¡estás hecho pelota!", le dije a mi compañero de clase. El pibe, sin abandonar su imagen de filtrado, dejó escapar una sonrisa y a continuación comenzó a describir un fin de semana de lujuria con su chica. No se le escapaban detalles, lugares, figuras y hasta comentarios de lencería.
Ya confidente de sus hazañas, W. me mantenía al tanto de sus actividades. Recreos y clases tediosas eran el momento adecuado para ese fin. Siempre había algo nuevo pero la chica seguía siendo la misma.
Tiempo después, voy al cumpleaños de una compañera de trabajo. Llegó hasta su casa, toco el portero eléctrico, subo hasta su departamento y cuando me abren la puerta casi se me caen las botellas de cerveza que había comprado en lo del chino.
Jamás imaginé que W. iba a abrirme la puerta. Y nunca pensé que la chica de la cual él me había descripto hasta sus caries era mi compañera de trabajo. Pobre W., no sabía dónde meterse
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2 comentarios:
MMMM, me parece que la tengo! puede ser?
Maestro, si llegás a comentar un nombre demás está decirte que no lo publico. Hay que tener códigos!!!
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