Agotadoras jornadas laborales sumadas a tediosas rutinas diarias pueden conformar un cóctel explosivo para cualquier pareja. Antes de que las esquirlas puedan dañar a cualquiera de sus integrantes (y por qué no a ambos) sería bueno tomar algunas precauciones teniendo en cuenta las franjas horarias más críticas.
Conversando con un amigo que se encontraba en medio de la trinchera de combate descripta, desarollamos el siguiente pseudo-estudio.
Generalmente, en una pareja de clase media trabajadora la grilla semanal horaria podría llegar a armarse de la siguiente manera: de 7 a 8 de la mañana, aseo y desayuno y traslado de los chicos al colegio. En esa franja pueden suceder situaciones de conflicto referidas a quién usa el baño primero o se puede escuchar el "dale, apurate que llego tarde", "tengo que estar antes en el trabajo, llevá vos a los chicos al colegio", "hoy no te llevo en auto porque voy para otro lado" o cualquier otra cosa por el estilo que ante el mínimo toque de diana levanta a la tropa para el combate.
Después vendrá el viaje hasta el empleo y la permanencia, en ese lugar, hasta la vuelta a casa. Esto supone, como decía el general Perón en sus "veinte verdades", que la gente va de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. De ser así, alrededor de las 7 y media u 8 de la noche ya están en su casa. Puede pasar que alguno de los dos llegue antes de esa hora. Pero a los efectos de esta nota tomaremos en cuenta el horario de encuentro entre ambos: alrededor de las 8 de la noche. La cosa es que prácticamente entre 9 a 10 horas la pareja no mantiene contacto, salvo algún que otro llamado telefónico.
El contacto se retomará seguramente a partir de las 8 de la noche. Y de 8 a 9 de la noche la pareja se prepara para cenar intentando dejar en orden todos los aspectos posibles para poder disfrutar de una comida en paz. Pero esto no siempre ocurre. Tal vez porque la mujer, cansada de su jornada laboral, está corriendo de un lado para otro de la casa bañando a los chicos, intentando que terminen de una vez por todas los deberes, yendo a comprar algo que faltaba para la cena, hablando por teléfono con algún familiar o con la madre de un compañerito de su hijo para pedirle los deberes o intercambiando experiencias de vida con alguna amiga.
Cuando el hombre llega del trabajo tal vez le comience a contar a su mujer tal o cual problema laboral, mientras ella también intenta compartirle el suyo, descargando los dos, toda la bronca del dia laboral.
Otra alternativa es que el tipo llegue a su casa y, después de viajar como rés en un tranporte público, quiere sentarse 5 minutos para tomar algo mientras mira un noticiero. Entonces ese es el momento justo para que la mujer le diga: "¿no me podés dar una manito?". "Esperá un cachito que estoy cansado", responde el varón. La mecha ya está prendida, sólo bastará un breve lapso de tiempo para que la carga detone. Después de la explosión, obviamente, se recalentará la cena y se enfriará la cama, generando un círculo vicioso que nublará la mañana y predispondrá mal para el resto del día.
Después de este análisis, en el que muchos se podrán ver reflejados, horas más o menos y con situaciones levemente o exactamente parecidas, se puede llegar a la siguiente conclusión: las hipótesis de conflicto de una pareja puede resumirse a pocas horas semanales. Sí exactamente, el cálculo puede dar alrededor de 10 horas, sobre las 120 que componen la semana.
Y esas 10 horas semanales, que representan menos del 10 por ciento del total, pueden convertirse en las manzanas podridas del cajón.
Algunos, ya a esta altura de la nota estará esperando un consejo, una soga o como le llamen. Se podrían intentar muchas alternativas pero seguramente cada uno de los lectores sabrá buscar la que mejor se adapte a sus necesidades. Sólo deben tener en cuenta que su clima semanal depende, en gran medida, de una franja horaria de 10 horas extremadamente peligrosas.
Ante el stress semanal que puede desgastar los cimientos de una pareja, a modo de prevención podría establecerse un cuadro de "horarios calientes" para evitar conflictos. El cuadro resume a prácticamente 10 horas semanales (de lunes a viernes), sobre 120 totales, las principales hipótesis de conflictos de una pareja. Cuidando muy bien esas 10 horas se podrían evitar una gran cantidad de peleas cotidianas absurdas.
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7 comentarios:
Pensé que lo contabas vos!
Un viejo consejo: "No se oculte el sol sobre vuestro enojo". Antes de ir al sobre a dormir, tratar de arreglar el entuerto para no dar lugar a la manzana podrida.
Lo que acabo de leer es muy bueno. Menos del diez por ciento de las horas!!! Qué fácil parece, es tan simple y yo que no me había dado cuenta. En serio. La verdad, gracias, ahora vamos a ver si logro que me sirva, pero gracias. Es casi como un consejo, y quien te dá un consejo es un amigo. O sea, lo leí en un blog = me lo contó un amigo. Cambia el significado pero funciona igual! Vos con este post vas a tener un millón de amigos a quien contarles!!!
Muchas suertes!
El consejo de anónimo nos lo dijo casi textualmente el cura el dia que nos casamos.Como tantas cosas en la vida, el consejo es correcto y suena sencillo...pero es impracticable.
Con respecto al core del asunto, el análisis de ignatius en el post también es correcto y es aplicable a otros órdenes. Ya dijo Pinti algo parecido con respecto a la discriminación (o sus variantes)a los gays (y sus variantes): "no se puede juzgar a un tipo/mina por lo que hace un par de minutos al día con su culo". Es así nomas, de poco s minutos diarios en la vida depende la misma. Con respecto a mi culo.. bueh.., en fin.
Pero la reputísima madre, loco. Terapia, fin de semana afuera, distancia, que me voy yo, que te vas vos, que si antes de llegar a casa hago un oco de gimnasia, que si me busco un yoga por ahí, que si un día hace la comida cada uno, que si un día lo dejamos para amigos.
Nada, una mierda de todas mis hipótesis.
Tu matemática me impactó y no queda otra, hay que aplicarla.
¿Te querés casar conmigo mientras arreglo las cosas con mi novio?
Natalia, gracias por tu propuesta, es muy amable. Lamentablemente no tengo en mis planes volver a casarme, como tampoco volver a hacer el viaje de fin de curso a Bariloche. La repetición de aciertos y errores es poco audaz, aburrida o tonta, según el caso.
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