Mirá, más allá de que vos seas buen parrillero, los mejores choripanes son los de la Costanera. No, para nada -dijo otro-, no coincido, los mejores son los de la cancha. Y allí empezó la discusión; claro, entremezclada con mordiscos del embutido en cuestión.
En medio de la disputa por el "Chori de Oro", uno de los comensales áportó la siguiente historia para justificar su elección. "Resulta, que después de 14 años de casado, y ya separado, me invitaron a la cancha de Boca (partido por la Libertadores). Antes de entrar a la Bombonera, C. me invitó a comer un chori que, no les miento, abierto era como un churrasco".
"Subiendo los escalones de la tribuna y con el chori a medio comer, comencé a experimentar una sensación de plenitud. En ese momento, llamé a mi "ex" con la excusa de hablar con los chicos y, como quien no quiere la cosa (de pasadita, digamos) le dije que estaba comiendo el mejor chori de mi vida, en libertad, en la cancha de Boca. Y ahí entendí que lo peor ya había pasado, que la vida volvía a tener otro gusto."
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2 comentarios:
Buenísimo. Hasta me dieron ganas de clavarme uno right now, man. El final, realmente muy esperanzador. Una pinturita, querido.
las mejores bondiolas estan en lomas de zamora.
abrazo
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